El camino del fotógrafo profesional
¿Qué fue lo que inició tu camino en la fotografía? ¿Qué te motivó a conseguir tu primera cámara? ¿Qué era lo que disfrutabas retratar cuando comenzaste?
En mi caso, el inicio fue muy claro: el nacimiento de mis hijas. Esa necesidad profunda de registrar su crecimiento, de no dejar que se me escaparan esos momentos tan efímeros, fue lo que me impulsó a tomar la cámara. Pero rápidamente me di cuenta de que no solo se trataba de un registro. Cada vez que podía, buscaba sumarle arte a esas imágenes, contar historias, hacerlas memorables.
Hoy quiero contarte cómo fue mi camino al pasar de fotógrafa amateur a profesional, y las cinco áreas que considero fundamentales para convertirte en un fotógrafo o fotógrafa profesional.
1. Tu cámara y tus lentes serán tus primeros aliados
Cuando empecé, tenía una cámara muy básica y el típico lente de kit. No tenía idea si era lo que más me convenía, pero necesitaba empezar, ponerme en acción. Porque si estás esperando que todo sea perfecto para comenzar, probablemente no empieces nunca.
Ese primer equipo fue el que me ayudó a salir del modo automático, a equivocarme, a frustrarme y, sobre todo, a aprender. Con el tiempo descubrí que no era lo suficientemente luminoso, que mis fotos tenían aberraciones cromáticas, que cuando bajaba la luz, aparecía mucho ruido… pero también descubrí que crecer con tu equipo es una gran escuela.
Después llegó el primer lente fijo y con él, un salto de calidad increíble: nitidez, desenfoque, posibilidades nuevas. Por eso siempre digo:
Tu corazón y tu mente son la verdadera lente de tu cámara.
No importa con qué empieces, lo importante es tener algo que contar.
2. La luz hace mágico lo ordinario
La luz fue, sin dudas, una de mis grandes maestras. Porque sí, fotografiar es pintar con luz. La luz te permite generar ambientes, transmitir emociones, hacer que una escena común se vuelva inolvidable.
Para dominarla tuve que practicar mucho. Salir a hacer fotos a distintas horas del día, en distintos lugares, repetir, analizar, volver a probar. Y también, aprender a tolerar la frustración. Porque vas a hacer muchas fotos malas antes de hacer una buena.
El que abandona no mejora. Permítete equivocarte para aprender, una y mil veces.
3. Descubriendo la magia en cada rincón
A medida que usás tu cámara, se despierta una forma nueva de mirar. Empezás a ver el mundo de otra manera. Te das cuenta de que tus ojos no ven como la cámara, y eso, para mí, fue pura magia.
Al principio creía que solo los lugares “lindos” servían: un campo de flores, una laguna, una chacra. Pero con práctica aprendí a encontrar belleza en rincones simples, en lo cotidiano, en lo que parecía irrelevante.
Tenés que creer en la magia para poder verla. Y tenés que verla para poder fotografiarla.
4. Serás el mejor fotógrafo para alguien
Mostrar mi trabajo al principio me daba miedo. Me comparaba con fotógrafos que admiraba y sentía que lo mío no estaba a la altura. Claro, ellos llevaban años de experiencia… y yo recién comenzaba.
Aprendí que la comparación constante solo genera inseguridad. Que cada persona está en un momento distinto de su camino. Que no tengo que gustarle a todos, pero sí ser coherente con lo que hago.
Tus fotos no son para tus colegas, son para tus clientes. Y siempre habrá alguien que ame tu mirada.
Lo más importante es que te guste a vos primero. Que te veas reflejada en lo que hacés. Que tu trabajo tenga sentido para vos.
5. La clave para mejorar
Mi mayor crecimiento llegó con los proyectos personales. Fue ahí donde realmente puse en juego lo aprendido, donde dejé de ser solo fotógrafa para convertirme en artista.
Salir de la zona de confort, armar una idea desde cero, elegir locación, modelos, vestuario, accesorios, luz, equipo… fue desafiante, sí, pero también fue transformador. Ahí encontré mi voz y mi estilo.
Sé vos misma, los demás puestos ya están ocupados.
Y lo mejor: esos proyectos me ayudaron a mostrar lo que hacía, a construir mi portfolio y a encontrar mis primeros clientes. No tienen que ser enormes. Basta con que tengan intención, corazón y un propósito claro: enseñarte algo y ayudarte a encontrarte.
Espero que este texto te haya dado claridad. Sé lo común que es sentirse confundida al comienzo, con más preguntas que respuestas. Pero también sé lo posible que es avanzar, crecer y llegar a convertirte en la fotógrafa que soñás ser.
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Mery :)